jueves, 5 de julio de 2007

Aliviando el último dolor


Un buen morir significa “una cama limpia, toda la familia alrededor y poder estar a su lado hasta el último suspiro”, así lo reveló un estudio a 9 mil pacientes enfermos terminales en el Hospital John Hpkins, a través del programa “Support”. La finalidad es aliviar tanto el dolor del paciente como el de la familia, quienes muchas veces sufren un desgaste físico y psicológico muy alto, llegando a afectar la calidad de vida rutinaria en ambos.

En Colombia, Luis Tarcisio no pudo ser atendido a tiempo. Desde los cuatro meses sufre meningitis, vive en plena selva lejos de hospitales, donde el traslado es lento por la dificultad de los caminos. Ya a los 5 años sufría la destrucción del cerebro y taponamiento de los conductos de drenaje del líquido cefalorraquídeo. Su cabeza creció de forma descomunal y la escanografía sólo muestra el cerebelo y el tallo cerebral, no hay hemisferios cerebrales. Si bien el pequeño no morirá con rapidez, la calidad de vida que le espera será difícil, ya que médicamente no hay remedios que ofrecerle, aunque no siente dolor, vivirá como un vegetal. El dolor de la familia si se hará insostenible.

Ese es el objetivo principal del estudio realizado, a pesar de que el trabajo con los enfermos aún no ha terminado, han habido resultados concretos. Ha cambiado la actitud que tienen los médicos, pacientes y familiares respecto a este delicado y doloroso tema.

Los médicos han sido capaces de derrotar los dolores terminales que aniquilan el cuerpo de los enfermos, se ha trabajado en prolongar la vida del paciente de la mejor manera posible. Pero el desgaste físico, emocional y financiero, produce que muchas veces se desee un pronto final, y cuando ya no existen más opciones, la eutanasia será el mejor camino a seguir.

Pero puede parecer un camino fácil cuando trata de personas que ya tienen un camino de vida recorrido, el dilema es que hacer cuando ocurre en el caso de un niño como Luis. El doctor Javier Gutiérrez, cardiólogo de la Fundación del Valle Lili, dice “no soy partidario de la eutanasia, pero sí, que en enfermedades terminales incurables, dejemos que la muerte natural siga su curso, sin medidas que prolonguen agonías, dolores y gastos y que se respeten hasta ultimo momento los cultos religiosos y la compañía de familiares y amigos".

Finalmente Quevedo plantea la creación de un espacio de reflexión y desarrollo para le tratamiento de enfermos terminales y tengan un ambiente hogareño donde morir, su buen morir.
María Paz Wagner.
Marcos Jara Baeza.
Fuente de Información:
AUPEC (Agencia Universitaria de Periodismo Científico).

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